Adopción | Permitir el encuentro

¿Cuáles son las causas que generan tanta demora en los trámites de adopción? Eva Giberti, una de las referentes en la temática, da su punto de vista. Y dos familias adoptantes comparten sus experiencias.
 

Es muy común escuchar, cuando se habla de adopción: “¿cómo es posible que habiendo tantos chicos sufriendo por no tener una familia donde crecer y habiendo tantas personas dispuestas a recibirlos,sea tan difícil adoptar?”. Si bien se ha avanzado en la implementación de mejores políticas para lograr esos encuentros, el sistema actual (regido por una ley del año 1997) dista de ser eficaz. 
En principio, el trámite por el que una pareja o persona sola se inscribe en un listado como aspirante a adoptar, es sencillo. Luego vienen una serie de entrevistas psicológicas y estudios médicos para determinar si las personas son aptas para adoptar y se les puede dar una guarda provisoria. En promedio, eso no tarda más de un año. Lo que hace que el tiempo de espera varíe después es la edad del niño que se desea adoptar: en el caso de los bebés, la espera puede ser de 6 años; pero si los adultos aceptan chicos más grandes, con problemas de salud o alguna discapacidad, los tiempos se acortan. A diferencia de hace unos años, existe en la actualidad un Registro Único de Adoptantes (R.U.A.) para que las personas se anoten en su jurisdicción y no tengan que viajar a inscribirse a cada una de las provincias. 
El problema no es, como suele creerse, que los trámites sean muy burocráticos y las averiguaciones infinitas, sino que por raro que suene, son pocos los niños en condiciones legales de ser adoptados. Así lo explica en detalle, la especialista Eva Giberti (ver recuadro). 
 

Pensar en adoptar

Hacia 2003, Laura y Marcelo se anotaron en Buenos Aires como aspirantes para adoptar un bebé, mientras en paralelo hacían estudios de fertilidad. Como aún no existía un registro único, viajaron a varias otras provincias para hacer infinidad de inscripciones en diversos juzgados y vivieron 4 años de espera desalentadora hasta la llegada de Matilda. “Lo que sentimos durante todo ese tiempo fue mucha observación de parte del Estado y poca contención”, recuerda Marcelo: “si bien hubo funcionarios idóneos, es necesaria una mayor y mejor presencia del Estado acompañando a los padres en todo el proceso”. Uno de los miedos previos que tenían era cómo abordarían con la niña el tema cuando lo preguntara. “Otro miedo  era pensar que si una es madre biológica ya trae algo instintivo; pero la maternidad es una construcción y un aprendizaje: fuimos hijas, vemos otras madres, hemos jugado con muñecas, eso constituye un saber que luego se pone en acto en lo cotidiano”, explica Laura y cuenta que la pregunta de su hija vino a los 3 años, mientras se bañaba: “Mamá,¿yo estuve en tu panza?” La madre no la esperaba en ese momento pero respondió con naturalidad: “No, estuviste en la panza de otra señora”. Y así, van alimentando el diálogo a medida que la niña pregunta: “para ir construyendo su historia, que es particular, como en todos los seres”, señala su mamá. 

Recibir chicos más grandes
Si bien Eugenia y Santiago no quedaban embarazados y no descartaban la posibilidad de algún día adoptar, el momento llegó antes de lo esperado.Ayudaban en un hogar de hermanas, y por unos meses tuvieron a su cuidado (con autorización judicial) a dos hermanitos mellizos de 5 años. Como generaron un buen vínculo, cuando la jueza dispuso la adoptabilidad de los niños, les consultó primero a ellos si querían adoptarlos. “La decisión no fue fácil –dice Eugenia- no lo teníamos aún pensado, nada nos decía que no podíamos tener hijos, y ellos tenían una historia difícil de remontar. No estábamos hechos económicamente y eran dos. Pero decir que no hubiera sido no sólo inhumano,sino un error”, reflexiona. Los chicos además tenían dos hermanitos más grandes con los cuales debían mantener el vínculo a través de salidas mensuales y todos habían estado institucionalizados. El gran temor era cómo irían lidiando con las consecuencias psicológicas que aparecerían. “Al principio nos angustiábamos mucho, pero a ellos les decimos que somos todos un gran equipo y que trabajamos en conjunto entre nosotros, las maestras y las psicólogas de la escuela”,cuenta Eugenia, “no es fácil, pero en el andar, vemos que con acompañamiento,paciencia y mucho amor, las cuestiones más difíciles las vamos llevando”.

Ambas parejas coinciden en alentar a aquellos que puedan estar pensando en adoptar, y que más allá de los obstáculos, previos o posteriores, que puedan aparecer (y que de hecho aparecerán) es importante no desalentarse y escucharla propia voz, porque el encuentro con los hijos, que en un momento se producirá, bien lo merece. Laura y Marcelo finalizan: “La ley debe permitir un trámite más ágil, no regirse siempre por parámetros tan rígidos porque de ese modo muchas realidades quedan afuera y lo que se pretende hacer por el bien delos niños, termina perjudicándolos”.

 


Recuadro 1
Dónde se originan las demoras
Eva Giberti | 
www.evagiberti.com

Las tardanzas para que se decida la guarda de una criatura en adopción no se deben a obstáculos administrativos o burocráticos, ya que las entrevistas con los aspirantes a adoptantes y la decisión de los equipos para sugerir que una persona o pareja está en condiciones de adoptar, puede tardar no más de un año.El primer problema es el tiempo que el juez, que debe elegir entre los postulantes que figuran en el registro, se toma para hacerlo. En segundo lugar -y aunque parezca paradojal- no es sencillo encontrar un bebé en condiciones de adoptabilidad. Si proviene de provincias, esos bebés ingresan en el circuito de las “guardas puestas”. O sea,  aquellas personas que llegan a una provincia con una carpeta realizada por una empresa o agencia (que habitualmente no es una ONG porque cobra honorarios) que garantiza su calidad como padres, sin que exista ninguna supervisión estatal acerca de esos datos. Habiendo tomado contacto con un abogado de esa provincia que se ocupa de los trámites, esa carpeta es la que privilegia el juez cuando tiene un bebé en situación de adoptabilidad. Entonces, esas personas que no han respetado su turno en un registro (o que se han cansado de esperar varios años) logran volverse con ese bebé a la Ciudad de Buenos Aires. Se comprende que es un procedimiento que puede ser provocador por la extensa espera, pero esa espera también se produce porque los niños que deberían ingresar en el circuito de la adopción son interferidos de este modo. 
Otro factor muy grave es que existen niños y niñas institucionalizados que podrían ser adoptados y sin embargo transcurren años como abandonados sin que el juez dictamine su estado de adoptabilidad. Esto es posible si los chicos reciben la visita del padre o la madre cada seis meses(el plazo que establece la ley para no quitarle la patria potestad) pero un juez podría considerar que hay negligencia y poner a la criatura en manos de una familia adoptante. Hay que analizar cada caso, porque a veces pasa que un chico está desde los tres hasta los ocho años en un instituto pudiendo haber estado con una familia. Además, las instituciones cobran por cada chico que reciben y a veces no denuncian que a los chicos no los van a visitar, así mantienen ese ingreso; cuando lo que en verdad hay que tener en cuenta es el interés superior del niño, que es que lo saquen de la institución. También corresponde saber que se mantiene el tráfico con niños: pretensos adoptantes que negocian con la madre de origen y fingen un parto domiciliario para inscribir al bebé como propio. No existe eso que se llama adopción ilegal. La adopción siempre es legal. De lo contrario es apropiación de la criatura o sustitución de identidad.

Creadora del Foro de Adopción (Asociación de Psicólogos de Bs. As.). Algunos de sus libros sobre la temática son: La adopción, Adopción del siglo XXI, Adopción para Padres, Las Éticas y la Adopción, entre otros. El año pasado dejó su cargo de presidenta del Consejo Consultivo del Registro Único de Adoptantes. Actualmente coordina el programa Las Víctimas contra las Violencias, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.


Recuadro 2
Para leer con los chicos

La historia de Emma, de Deborah Hodge, Editorial Juventud.
Choco busca una mamá, de Keiko Kaska, Editorial Norma.
Cuéntame otra vez la noche que nací,d e Jamie Lee Curtis, Editorial Serres.
Te quiero, niña bonita, de Rose Lewis, Editorial Serres.
¡Qué alegría, nos encontramos! Familias de todos los colores, de Graciela Repún y Marina Elberguer, Editorial Visor. Fueron publicados por la Fundación Adoptarewww.adoptare.com.ar