Ajedrez para niños | La mejor estrategia: pensar con otros

Con un enfoque centrado en que los chicos vayan adquiriendo hábitos de pensamiento reflexivos, que desarrollen la paciencia y la resolución de situaciones problemáticas, el ajedrez se enseña en edades tempranas como un juego cooperativo más que competitivo, que fomenta el pensamiento lateral y la incorporación de límites.

Parece difícil pensar que un juego en el que se necesita aprender reglas complejas, abstractas y desarrollar estrategias anticipatorias pueda ser aprendido por chicos de 4 y 5 años que aún no se despegan del pensamiento concreto. Y que pueda pensarse como cooperativo cuando tradicionalmente se lo juega como una competencia de a dos, donde gana el mejor.
Pero es que cuando el fin no es formar pequeños campeones sino incorporar lúdicamente los beneficios que brinda este juego milenario, la manera de entender cómo transmitírselo a los chicos es diferente. Mariana Rizzo es una de las pioneras en el desarrollo del ajedrez infantil en nuestro país. Fundadora del taller-escuela El caballito de Palermo, autora de Mis primeros pasos en el ajedrez y Maestra Fide (un título internacional de este juego) explica que el ajedrez que puede resultar más difícil y complicado es el que está enfocado a lo competitivo porque requiere que el ajedrecista se entrene varias horas por día y juegue torneos, lo cual insume mucho tiempo de práctica. Y profundizar en la técnica precisa del pensamiento abstracto. Desde ese punto de vista un niño o niña de 4 ó 5 años no lo podría aprender y sería un error ponerse como objetivo que los chicos aprendan todas las reglas del juego, ya que eso requiere otra maduración en el pensamiento. “Por eso con los más chiquitos hablamos de pre ajedrez o de ajedrez para edades tempranas, donde la idea es hacer accesibles los beneficios o la esencia del ajedrez a los más pequeños”, cuenta Rizzo.

El pre ajedrez
Es una serie de juegos más sencillos especialmente diseñados para chicos de 4 y 5 años que les permite ir incorporando hábitos de pensamiento relacionados con tomar un actitud de reflexión frente a cualquier situación problemática. “La regla de oro del ajedrez –pieza tocada, pieza movida- es fundamental porque eso quiere decir que si los chicos tocan una pieza ya la tienen que mover, no pueden dejarla y tomar otra”, explica Mariana Rizzo. “Esto de a poco los va obligando a pensar que la mano no puede ir más rápido que su cabeza, es decir, que van aprendiendo a no actuar por impulso o a jugar lo primero que se les ocurre sino por lo menos ver dos jugadas y después elegir”. Esta característica del juego, unida a que deben esperar su turno para jugar, también va desarrollando en los chicos la paciencia y la observación sobre las consecuencias de sus actos ya que comienzan a observar cómo cada movimiento que hacen repercute en toda la partida. Otro aspecto central es que los hábitos que se intentan estimular son para que el niño pueda pensar y pensarse por fuera del juego, en su vida cotidiana y pueda ir viendo cómo permanentemente, según cómo actuamos estamos abriendo o cerrando posibilidades.

De cooperación
Aunque parezca un juego individualista y competitivo –donde uno gana y otro pierde- el enfoque educativo hace hincapié en los juegos cooperativos que permiten no ver al otro como un rival al que hay que eliminar sino como un compañero sin el cual no podría estar jugando ni desarrollando mi estrategia. Desde esta perspectiva, entonces, no se enseña como un juego de guerra (donde hay dos ejércitos enfrentados para matar a sus respectivos reyes) sino que, dejando de lado los términos belicistas, la partida es propuesta como un encuentro en un mismo espacio de dos equipos, cuyos integrantes que tienen distintos movimientos y funciones y buscan un objetivo común. En ocasiones, los docentes incluyen un elementos externo (como puede ser un reloj de arena) para que los chicos logren un objetivo común, ayudándose mutuamente, antes de que les gane el tiempo. Al comienzo muchos sienten la frustración o el miedo de perder pero a medida que van practicando ven que todos algunas veces ganan y otras pierden, “que esto es también parte del juego y que está bueno no frustrarse rápidamente ante las derrotas porque la vida es eso: obstáculo tras obstáculo que uno tiene que ir viendo cómo superar para que se transformen en oportunidades”, explica Rizzo.

La fantasía de los personajes
Rosa Grushka es docente de Nivel Inicial y Primaria, desde hace 15 años coordina un proyecto de enseñanza de ajedrez en jardines públicos de la Ciudad de Buenos Aires y explica cómo el juego transmite de una forma vivencial y utilizando diferentes disciplinas artísticas: “Los chicos pequeños necesitan de la experiencia corporal para vivenciar los movimientos de las piezas así que trabajamos con el tablero grande donde ellos mismos son las piezas y se desplazan sobre él. Luego de un año de trabajo, llegamos a jugar partidas de a dos o en equipo, y partidas en tablero mural magnético”. Otra característica del juego, que usan para despertar el interés de los chicos es toda la fantasía ligada a los castillos y los personajes, tratando de que no sea sólo una propuesta intelectual sino que está abordada desde diferentes lenguajes expresivos. Es por eso que los chicos juegan a disfrazarse como reyes y reinas, entienden la función de los alfiles como guardias del castillo, construyen los castillos con distintos materiales. Y cuando los chicos luego pasan al tablero y mueven una pieza, evocan todas las experiencias de juego dramático, plástico y musical que hicieron antes con cada uno de los personajes.

Incorporar los límites
Otra cuestión que permite el juego es la incorporación de reglas y límites preestablecidos. Por un lado, tienen que hacer silencios, respetar el turno del otro, los tiempos, las formas de mover. Ya el solo hecho de mirar el tablero escaqueado (de cuadrados negros y blancos) los lleva a entrar en un orden mental. “Esa simetría tiene una armonía que los orientales usan para llegar a estados de contemplación y calma –señala Marina Rizzo- y hay una hipótesis que dice que lo que en realidad nos está mostrando el tablero es la complementariedad de los opuestos conviviendo en un mismo espacio: negro y blanco, yin y yan, el día y la noche, lo femenino y lo masculino, como dice Borges el tablero de blancos días y negras noches. Donde las piezas somos nosotros que estamos ahí interactuando y buscando la mejor manera de llevar adelante nuestras estrategias”.

 

Recuadro 
Maestras del juego

Marina Rizzo trabajó muchos años como docente hasta fundar su propia escuela taller y desarrollar un método innovador en la enseñanza del ajedrez. Su libro Mis primeros pasos en ajedrez está recomendado por el Ministerio de Educación para docentes de Nivel Inicial. Brindan capacitaciones en los jardines, hacen visitas temáticas y dan talleres anuales para chicos. Más info en www.caballitodepalermo.com.ar
Rosa Grushka coordina desde hace 15 años el programa de Ajedrez en jardines de infantes de la Ciudad de Buenos Aires. Los equipos docentes que desean la capacitación (que consiste en una visita semana en la salita durante dos años) deben solicitarlo a través de las supervisiones.