Entrevista a María Teresa Andruetto: "Somos dueños de encantarnos con un libro"

 

 

Acaba de ganar el Andersen, uno de los premios más prestigiosos del mundo de la literatura infanto-juvenil, también conocido como el pequeño Nobel. Desde las sierras cordobesas, habla de la hondura que busca al escribir y de la necesidad de compartir con los chicos aquellos libros que nos conmueven.

 

Su carrera se amasó con los años y creció desde el pie: empezó a escribir para adultos a los 20, para chicos a los treinta y pico (cuando fue mamá), publicó por primera vez a los 40, comenzó a ser reconocida a los 50 y la prensa nacional la mencionó recién a sus 55, hace sólo tres años. Es que su propia manera de entender la literatura para niños y jóvenes (y también para adultos) se basa en que las historias maduren en hondura y en el cuidado ético y estético de dejar descansar un proyecto si no logra contactar con algo profundo en ella. Siempre se consideró “al margen” de los éxitos editoriales y el mercado porque cree que un autor no puede exigir que lo lean, que eso no puede imponerse desde campañas de prensa sino que sucede sólo si hay un encuentro verdadero con el lector.
 

Tu obra comenzó a ser conocida por el boca a boca de los maestros con los que trabajaste durante años en Córdoba, ¿son ellos quienes te difundieron entre los niños y sus padres?

Sí, siento que desde los maestros ha ido irradiando la cosa, ellos me han llevado a sus aulas y así me han conocido también los padres, por los hijos. Muchas veces los maestros han acompañado procesos de lectura de los chicos buscando nuevos libros de autores no tan conocidos. Fui miembro de programas de capacitación docente y de formación de mediadores de lectura (creo que los maestros ejercen un rol fundamental en acercar los libros a chicos que no accederían de otro modo) y a veces compartía textos míos o de otros autores y siempre participaba de las invitaciones que me hacían a sus escuelas. En ese intercambio, en esas devoluciones fue creciendo el reconocimiento, primero en mi provincia, luego en el país y ahora en el exterior.

Sos la primera narradora de habla hispana en recibir el premio Hans Christian Andersen, lo cual prestigia no sólo a tu obra sino a la tradición literaria argentina. ¿Cómo ves la calidad de nuestros libros infantiles actuales?

Cuando yo empecé en esto era el momento de reapertura democrática. Entonces los libros para chicos todavía no habían ingresado de un modo masivo y fuerte a la escuela. Había autores importantes que han sido señeros para nuestra literatura infantil como Laura Devetach, María Elena Walsh, Javier Villafañe, por nombrar sólo algunos. Pero las obras, circulaban de un modo marginal, a veces en transcripciones a máquina o libros de ediciones muy sencillas y modestas. Todavía no había un mercado ni una construcción de pequeños lectores tan fuerte. Había pocos autores, había una búsqueda muy genuina de escritura y no estaba tan presente qué se editaba ni cuánto se vendía. En los 90 se plantea con mucha fuerza la industria del libro infantil, la edición, porque el libro es a la vez una expresión artística y un producto de mercado. También hay que tener en cuenta que se trata de un campo de lectores más cautivos y más grande que el de los libros para adultos, porque hoy los libros circulan fuertemente por  los jardines y las escuelas. Entonces a veces, se edita y también se escribe con un ojo puesto en ver dónde y cómo lo vendo. Y eso, que no está mal desde el punto de vista del editor (ya que una de sus funciones es ver las posibilidades de circulación de un texto) me parece que es muy peligroso si determina la escritura.

En ocasiones, decís que te gustaría que la literatura infantil tuviera más de literatura que de infantil, ¿a qué te referís?

Creo que mejoró mucho la calidad de edición de los libros, si vemos en las librerías hay un gran crecimiento de los libros ilustrados y sectores especiales para niños. Pero en ese desarrollo falta crecer en la calidad de los textos, no porque no haya algunos libros bellísimamente escritos sino porque a veces se publican obras que no llegan a ser literatura. Es eldesafío que tenemos los escritores de ahondar en el texto, para que el trabajo sea digno de los lectores. Si me preguntás cuándo un texto es literario, cuándo es arte, te diría que cuando no se gasta en una sola lectura, cuando es una escritura que queda, que persiste, que siempre tiene un resto de inaprensible, de ambigua, que siempre dice más y que otra vez vuelve a decir. Y, en el caso de los chicos, historias que vuelven a pedir una y otra vez.

¿Qué distingue a un texto de calidad de uno producido en serie, con el ojo sólo puesto en vender?

Cuando la parte escrita de un libro ha llegado a una hondura y responde a un sumergirse del escritor en la historia, en las palabras, en el lenguaje, uno puede separarlo de lo indiferenciado y recordarlo como único. Pueden serlibros únicospara uno, a lo mejor para otro no son ni tan buenos ni tan únicos. Digamos que es un libro que nos dice algo especial de un modo especial y que nunca terminamos de cerrarlo porque sigue diciéndonos. Un buen libro es el que se vuelve vivo entre las cosas del mundo como si hubiera tenido una existencia real: hay personajes de libros que uno ha leído que no olvidará jamás y eso es porque hay algo en la calidad misma de lo que se ha hecho, hay un adentrarse tan profundo de quien lo hizo que logró conectarse con algo muy hondo.

Con esta proliferación de publicaciones que hay, ¿qué criterio recomendás a docentes y padres a la hora de elegir libros para compartir con los chicos?

Algo similar a lo que te contaba respecto al proceso de escritura: creo que no hay que elegir haciendo una valoración racional, pensando si algo es conveniente porque trata tal tema, porque es corto o porque el chico está en la edad en que se interesa por los animales. Así como cuando uno escribe, cuando uno es lector, necesita escucharse y ver qué resonancias un libro deja en uno. Si es un buen libro, será un libro que nos sacuda por la historia misma, por el modo en que está contado. Si uno pasa por un libro conmovedor ese libro nos queda y nos da ganas de compartirlo con otros. Y tenemos la total libertad de decir “esta obra a mí me gusta –aunque no le guste a otro- me sacude, me conmueve” porque somos dueños de encantarnos con un libro.

 

Recuadro

Fefa y Benjamino, entre lobos y corderos

La obra de Andruetto abarca “una gran variedad de temas, como la migración, los mundos interiores, la injusticia, el amor, la pobreza, la violencia o los asuntos políticos”, como señala la Organización Internacional para el Libro Juvenil (IBBY), en la justificación del premio que le otorgaron. Entre las historias que crea para los más chiquitos aparece la pequeña Fefa y su relación con el mundo adulto y Benjamino, que rescata los relatos contados por su abuela Felicitas, venida del norte de Italia, para mostrarle a María Teresa que “por más pequeño que uno sea puede, con algo de astucia y un poco de suerte, engañar a los lobos y a los ogros”.   

También puede consultarse su prolífica narrativa para adultos en www.teresaandruetto.com.ar

 

 

Publicado en Revista La Valijita/Billiken, mayo 2012.