Teatro de títeres: ver para creer

 

Cuentan la vida con poesía entre movimientos sutiles, grotescos y juegos de luces y sombras. Atrapan a niños y grandes con la simpleza de un lenguaje tan milenario como actual. Y con delicado arte y oficio, los títeres logran expresar los sentimientos humanos más profundos.     

 

Tienen tanta aceptación entre el público infantil porque, entre otras cosas, invitan siempre a jugar, a querer manipularlos, a inventar o escuchar historias, y porque remiten directamente a esa etapa del crecimiento donde los objetos tienen vida y un palo de escoba puede ser caballo o espada a la vez.

Viéndolos en escena, podemos viajar a lugares profundos del alma y volver emocionados ante nuestra propia capacidad de asombro frente a muñecos de goma espuma, cartapesta, cartón o madera que, por momentos, creemos vivos. Y junto a los chicos, disfrutamos de un arte tan antiguo como vigente, que en nuestro país recorre una importante tradición.

“El maestro Javier Villafañe decía que el títere es un género de risa y aplauso fácil ya que los chicos se emocionan mucho con el movimiento de objetos inanimados”, señala Daniel Spinelli, miembro del Grupo de Titiriteros del Teatro General San Martín de Bs. As. y director de la obra de Villafañe El caballero de la mano de fuego, que este mes se repone en el Teatro de la Ribera (ver recuadro). Por tanto, y para conseguir llegar genuinamente al público, los titiriteros debían poder expresarse artísticamente a través de la voz de sus personajes y la precisa manipulación de los muñecos.

“Ariel Bufano (el fundador del Grupo de Titiriteros del San Martín) se enojaba cuando se hablaba de la magia de los títeres porque decía que para que hubiera magia, cosa que -como en todo fenómeno artístico, no siempre ocurre- tiene que haber muchísimo trabajo, entrenamiento y aprendizaje detrás ya que lograr ese efecto en el espectador pequeño o adulto no es un hecho azaroso”, recuerda Gabriela Marges. La titiritera fue discípula de Bufano y miembro del San Martín y desde hace 12 años dirige la Compañía Babelteatro, cuyas reconocidas obras se presentaron en prestigiosas salas como el Colón, el Cervantes y decenas de teatros de pequeños pueblos del país. Tanto los títeres del grupo como las escenografías tienen el sello distintivo del refinado artista ruso Pasha Kyslychko, proveniente de un país donde este arte tiene un gran desarrollo y hay políticas públicas que lo fomentan.

 

El lugar del títere

Si bien una de las características del teatro de títeres ha sido la trashumancia, las actuaciones en plazas y la capacidad de los actores de adaptarse al espacio disponible para hacer funciones, los titiriteros con mayor experiencia coinciden en destacar la necesidad de contar con teatros donde presentar propuestas de mayor calidad para niños. “Vengo de un país donde existe un edificio exclusivamente destinado a los títeres en cada ciudad”, cuenta Pasha, al tiempo que observa cómo en muchos casos el oficio y el arte quedan desvirtuados y se cae en propuestas simples y con poca producción por falta de apoyo y presupuesto.

Sin embargo, cuando existe apoyo estatal el trabajo se potencia y son muchos los niños y niñas que pueden disfrutar de un hecho artístico al que no accederían de otro modo ya que si bien en la Ciudad de Buenos Aires y otros centros urbanos como Córdoba y Rosario la propuesta es amplia y variada, en el resto de las provincias el apoyo al arte fluctúa y los titiriteros deben sostener sus obras a pulmón.

Una experiencia enriquecedora para Babelteatro fue llevar sus obras a más de 20 pueblos del interior de la mano del Ministerio de Cultura de la Nación, ya que pudieron actuar en muchos teatros recuperados por los vecinos, abandonados en los 90´s u ocupados por iglesias de variados signos.

De esa serie de viajes, una de las funciones que Gabriela Marges y Pasha Kyslychko más recuerdan es la que realizaron en San Miguel de Tucumán, donde niños de sectores populares de toda la provincia fueron a conocer la capital y asistieron por primera vez al teatro y a ver títeres: “Fue emocionante porque había niños hasta en el paraíso, que es el sector más alto del teatro, y cuando salimos, los niños -que habían mirado con cuatro ojos- nos abrazaban y abrazaban a los muñecos porque para ellos estaban vivos y aunque los veían de muy arriba, los títeres no les parecían pequeños”, describe Gabriela y destaca que experiencias de ese tipo pueden darse cuando hay una buena organización cultural.

 

Deshaciendo mitos

Frente a la gran oferta tecnológica y mediática a la que los chicos tienen acceso desde pequeños, hay quienes creen que los niños no pueden fijar su atención en propuestas sin volúmenes estridentes ni efectos especiales. Sin embargo, el teatro de títeres realizado con respeto por los espectadores logra captarles el interés provocándoles todo tipo de emociones profundas: risas, lágrimas, gritos de euforia o pedidos de justicia para la princesa raptada por el villano de turno. En las plateas, los niños se levantan, hablan con los muñecos, intentan tocarlos, les avisan por dónde se escondió el malo y preguntan a sus padres si pierden el hilo argumental.

“Con La flauta mágica de Mozart, intentamos acercar la ópera a nuevos públicos y es increíble que niños que nunca habían tenido contacto con la música clásica salgan tarareando las arias que están bellamente cantadas en alemán”, dice Gabriela y señala la diferente repercusión que este tipo de espectáculos tiene respecto a la tele: “muchos padres que vuelven a verla varias veces unos cuentan que sus hijos les siguen hablando de los personajes durante semanas y que raramente recuerdan con tanta intensidad algo que ven en la tele”.

 

 

Recuadro 1: Elegir antes de salir

Por Daniel Spinelli, miembro del Grupo de Titiriteros del Teatro Gral. San Martín de Bs. As. y docente

En ciudades donde la oferta es amplia, les recomiendo a los padres que cuando quieran que los chicos vean títeres vayan al teatro porque el fenómeno de verlos en ese lugar es tan emocionante que no se olvida más. Es bueno también que elijan antes de ir, que lean la crítica periodística y vean de qué se trata la obra para saber si es apropiada para ellos. A veces, salir a la deriva da buenos resultados pero es importante elegir (como cuando un adulto va a ver una película) porque puede haber experiencias malas y si la primera no fue buena luego cuesta llevarlos de nuevo. Es esencial respetar al niño, no forzarlo a nada: ni a que esté callado ni sentado si no quiere hacerlo porque de esa forma suelen expresar las emociones que van sintiendo. Es bueno que los padres acompañen la obra respondiendo algunas preguntas de los niños pero que no los fuercen a quedarse porque los chicos tienen que estar atraídos por lo que sucede. Y fundamentalmente no llevarlos sólo en vacaciones de invierno porque en esa época uno suele salir por salir y quiere prestar atención a lo que sucede y todos entran con globos y rayos láser.

 

Recuadro 2: En cartel y próximos estrenos

Compañía Babelteatro (www.babelteatro.blogspot.com)  repone “La flauta mágica”, la exquisita versión de la ópera de Mozart y estrena “Pequeños y gigantes”,  una obra propia con muñecos prehistóricos para reflexionar con los niños sobre la violencia en un mundo que ha vuelto a ser primitivo. Sábados por la tarde en La Nube / www.lanube.org.ar

El Grupo de Titiriteros del Teatro Gral. San Martín de Bs. As. repone “El caballero de la mano de fuego” (de Javier Villafañe dirigida por Spinelli), los sábados y domingos en el Teatro de la Ribera y “Una gaviota afortunada”, obra ecologista sobre el derrame de petróleo, en el Regio. Y estrena “Una lágrima de María”, de Ariel Bufano. Info completa en www.complejoteatral.gov.ar

 

Publicada la La Valijita-Billiken, marzo 2012.